¿Ahorro o consumo? Por qué el equilibrio es clave en el crecimiento

¿Ahorro o consumo? Este artículo explora por qué ambos son esenciales para la estabilidad económica, analizando casos reales y mostrando cómo los extremos pueden poner en riesgo tanto a personas como a empresas.

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Yoel Gutierrez Olano

8/2/20255 min read

Un hombre calculando que va al ahorro y que va al consumo
Un hombre calculando que va al ahorro y que va al consumo

¿Es mejor ahorrar o consumir?

En algunas publicaciones en redes sociales se plantea que el ahorro y el consumo son fuerzas opuestas, que debe primar uno sobre el otro. Sin embargo, un desequilibrio hacia cualquiera de los dos extremos puede generar problemas económicos a mediano y a largo plazo.

Desde un punto de vista económico, macroeconómico con más precisión, el ingreso disponible de los hogares se divide entre consumo y ahorro. Lo que no se consume, se ahorra, y viceversa. Existen múltiples métricas para analizar cómo se comportan ambos indicadores, sobre todo cuando el ingreso disponible aumenta. Aunque se mide con números, la economía responde más a percepciones y emociones, que a fórmulas exactas.

El consumo genera ingresos que se distribuyen a lo largo de toda la cadena productiva: desde proveedores de materias primas hasta minoristas, empleados, y el propio estado. El beneficio está distribuido.

Pero si el consumo se descontrola, los precios suben y el valor real del dinero disminuye, dando paso a la inflación.

Por otro lado, el ahorro, si es correctamente canalizado a través del sistema financiero, permite el financiamiento de inversiones productivas y de servicios, que impulsen la generación de empleo y el crecimiento económico. Sin embargo, si el ahorro se guarda “debajo del colchón”, pierde valor para la economía.

Si el ahorro se fomenta a costa de una caída del consumo, entonces no existirá incentivo para nuevas inversiones, productivas y de servicios. Por eso la importancia del equilibrio.

Este equilibrio entre ahorro y consumo no solo afecta a los hogares, sino que también tiene implicaciones directas en el mundo empresarial.

¿Qué pasa con la empresa?

Un incremento del ahorro es una garantía de acceder a financiamiento en mejores condiciones, ya sea para expandir sus capacidades como para crear nuevas. A pesar de que los bancos suelan crear dinero, a partir de un multiplicador monetario, siempre deben poseer un encaje que los cubra en momentos críticos.

Las empresas suelen basar sus decisiones de inversión en un análisis o estudio del mercado en el cual buscan ampliarse e introducirse. Es aquí donde el consumo comienza a jugar su papel de contrapartida del ahorro, por muy buenas opciones de financiamiento que una empresa, sin fines especulativos, posea, si no tiene respaldo del consumo en ese mercado no ejecutará la inversión. Parafraseando a Milton Friedman: “no hay almuerzo gratuito”.

Si no hay ahorro y hay un consumo creciente, la incapacidad de acceso a financiamiento, o el financiamiento en condiciones más complejas, puede provocar un incremento de los precios, por una demanda muy superior a la oferta.

Este equilibrio entre ahorro y consumo no solo afecta a los hogares, sino que también tiene implicaciones directas en las decisiones empresariales y en las políticas públicas.

¿Por quién doblan las campanas? Una mirada comparativa

Tanto el ahorro como el consumo son elementos fundamentales para el equilibrio económico. Sin embargo, en la práctica, muchas políticas tienden a favorecer a uno sobre el otro, dependiendo de la ideología o del contexto económico.

El caso Argentina y la motosierra

En Argentina, el gobierno de Javier Milei ha aplicado una política de austeridad, conocida como la “motosierra”. Esta ha incluido un drástico recorte del gasto público, buscando controlar la inflación. Esta estrategia ha permitido reducir los precios de forma consistente, reduciendo la inflación, pero lo ha hecho a costa de una fuerte caída del consumo interno.

Esto ha frenado la economía, aumentando el desempleo y generado un ahorro que, en la mayoría de los casos, no se revierte en el sistema financiero.

A esto se ha unido un incremento del consumo de exportaciones, tanto directas como a través de viajes al exterior para realizar compras. Publicaciones en redes sociales muestran a personas comparando los precios en dólares de un lado y otro de la frontera con Chile.

Europa y la austeridad, las lecciones del pasado

A comienzos de la década de 2010, varios países europeos, que recibieron la denominación eufemística de PIGS, o cerdos en inglés, aplicaron políticas de austeridad, o de ahorro, que buscaban enfrentar una crisis de deuda que afectó fuertemente a la moneda europea.

Los casos de Portugal, Italia, Grecia y España, cuyas iniciales formaron el acrónimo PIGS enfrentaron, a raíz de las políticas austeras, una reducción considerable del PIB, una caída de la demanda con el relacionado incremento del desempleo y una migración a gran escala hacia otros países de Europa que no se vieron tan afectados.

El caso de Grecia los efectos de estas políticas aún están presentes, más de 15 años después, lo que comenzó como una solución fiscal se convirtió en un obstáculo para el crecimiento económico del país. Y las empresas no fueron ajenas a este efecto.

Cuando el consumo se desborda, la inflación post pandemia

Aunque no todas las inflaciones han sido provocadas por un exceso de consumo, si es cierto que un exceso de consumo suele generar un incremento de los precios o la inflación.

La demanda de la guerra, en la década de 1940, provocó un episodio de inflación por exceso de demanda. El gasto masivo para financiar el esfuerzo de la guerra, sumado a un mayor poder adquisitivo en una economía que comenzaba a recuperarse de la crisis del crac bancario de 1929, provocó una inflación que, entre 1940 y 1941, creció hasta un 70%.

Lo mismo sucedió en la Alemania de la postguerra, después de un período de reconstrucción económica que llegó a considerarse un “milagro”, la producción y el consumo se dispararon. Y si bien la inflación no llegó a niveles exorbitados, la economía tuvo que aplicar medidas de contención necesarias.

Otro caso interesante es el de Chile a comienzos de la década de 1970, un crecimiento de la demanda, a través de mejores salarios, no fue respaldado con un crecimiento de la producción de la industria privada, lo que derivó en una inflación creciente. La decisión del gobierno de congelar los precios provocó una caída adicional de la oferta, quizás inducida, que derivó en una recesión económica que duró varios años.

A la luz de estos ejemplos históricos y actuales, queda claro que…

¿Conclusión? Equilibrios, no extremos:

La historia económica nos recuerda que ni el ahorro ni el consumo pueden sostener una economía, por sí solos. Ambos deben coexistir en equilibrio, adaptándose al contexto y a las necesidades específicas del momento.

Si se permite la imposición de uno sobre el otro, los efectos no tardarán en sentirse en hogares, empresas y en toda la sociedad.

En definitiva, el reto no está en elegir entre ahorro y consumo, sino en entender cómo se complementan. Solo así podremos construir economías más resilientes y sociedades más equilibradas.

En tiempos de incertidumbre económica, quizás la mejor inversión sea aprender a equilibrar.